Las crisis sin razón.


Esta entrada requiere valor y de hecho, lo más probable es que dentro de un par de días, la borre.

Hace dos días le quise contar un secreto al Muso (más bien, le hice una pregunta, previa pregunta interna y ... puede, quizá, que no hiciera caso a la respuesta=). Se acumulaban varios factores previos: un cambio de turno que me provocó una noche de apenas 4 horas de sueño, y otro factor más invisible que es químico. No sé si resulta relevante.

Tras plantear la pregunta surgió un imprevisto que me obligó a levantarme y a ir donde el Muso estaba físicamente. Y cuando le vi, (hablando y riendo) me sentí de lo más idiota. Entre el estrés que traía yo y esa estampa... vi a una persona (a otra persona) y me dije: ("¿pero qué has hecho, insensata?") Y volví a mi sitio y las cosas no mejoraron. Un poco más tarde alguien me dijo (de buena fé): "No puedes estar tan estresada" y me puse aún peor. 

A lo largo de la tarde las cosas no volvieron a la normalidad. A lo largo de la noche, tampoco.
Me devané los sesos intentando encontrar la causa. Le odiaba, pero no a él... todo estaba un poco revuelto. 
Decidí abandonar estudios, pensé "pasa un borrador y olvida todo el pasado". Cada vez estaba peor. "Ojalá no le hubiera conocido"

¿¿?? No sabéis lo mucho que lloro cuando lloro. 

Y entre todo este maremágnum metal tuve la suficiente capacidad de raciocinio para preguntarme: ¿qué lo ha causado?
Hace 48 horas todo era perfecto. ¿Qué he dicho? ¿Qué he visto? ¿Por qué me está pasando esto ahora? 
Arremetí contra él. Y vi una de las causas por las que estaba triste.
Lo cuál me hundió todavía más. 
"Elijo mal" dije "no tengo maestro, no puedo aprender y elijo siempre mal, ¿por qué elijo tan mal? ¿Cómo voy a fiarme de mi misma?"

Le odiaba a él, me odiaba a mí, lo odiaba todo.
Pero, ¿qué fue lo que pasó? ¿Cómo una conversación termina con semejante hundimiento? "No le hagas caso y ya está" me dije. "¿Por qué siempre das por verdadero lo que te cuenta? ¡a lo mejor miente, a lo mejor no te ve! ¿Tú de verdad piensas que a lo mejor tiene la menor idea de quién eres?"

Pero luego estaban esas pruebas raras. Esas cosas que hace. 

No pude quedar con amigos. No pude quedar con una vieja amiga de Barcelona. Justo cuando más hundida estaba me tapé con una manta y me dije: "no hay mundo. Nada existe". 

(seguro que mañana tras ver al doctor te sientes mejor)
(¿Y cómo sabes que es un doctor? le pregunté a mi pensamiento, ¿cómo sabes que no es chica?)
(es un doctor)

Un par de horas más tarde, pensé, "ya que estoy aquí tirada y el día está perdido, podía terminar de escuchar estas conferencias que tengo a medias". Puse las conferencias  y la voz de la persona que las da me calmó mucho. Tuve que reconocer, en medio de mi odio y tristeza, que a lo mejor era buena idea escucharlas. Algunas cosas me hicieron reír. Pero hubo una palabra que me dolió: "Tenemos que conectar", dijo.
Eso me dolió.
Me incorporé en la cama. "¿Conectar?" (vuelta al llanto) "¡yo no quiero conectar! ¡Odio conectar!" cambié de conferencia. Pero ya la había dicho, la palabra. Conectar. ¿Para qué suelta eso en mitad de una charla? ¿Acaso no ve que... que cuando conectas te acaban haciendo daño? El bajón adquiría tintes peligrosos.

La siguiente conferencia sí me gustó. Hablaba de los seres humanos, y de lo que es la confianza. Justo al acabar de escucharla me llegó un sms de una amiga. El sms decía: "Hoy me acordé de ti. Estábamos hablando de personas especiales".
Pensé: oh, sí, de lo más especial soy.
Y puso: "como adivinaste el nombre de mi madre sin conocerme de nada".

"Creo que tienes un don" me dijo.

Y yo en la cama, escondida bajo una manta y con unas ideas terribles.

Hay algo irónico y raro escondido tras las cosas. Estoy segura de que si no hubiera hecho cierta pregunta al Muso nada de esto habría pasado. Es como si... mi cerebro hubiera dicho: voy a dejarte ver que hablas con otra persona... hay cosas que no se cuentan.

Del mismo modo, yo estaba allí muy triste porque no elijo bien a las personas y no veo nada, y justo me escribe una amiga para recordarme que a veces, de un modo sorprendente, veo lo que está escondido. Y la lógica no lo puede explicar. Lo que me cabrea más.

Me fui a dormir muy temprano, pero antes puse una película llamada "Animal de compañía". Es terriblemente retorcida (una escritora de protagonista) pero de algún modo raro y sin sentido (jaulas, prisiones, crímenes) me vino bien verla.

Al día siguiente tuve que levantarme para ir al médico, un centro de la Seguridad Social que no está en mi barrio. Solo era una revisión. 
Al subir al metro empecé a sentirme peor.
Veía a la gente y era como si yo no formara parte de la escena.
"Esto no me gusta nada". Cada uno estaba allí, en sus cosas, pero... estaba tan triste. Tan triste, era tal la tristeza que sentía y pensaba "aunque estuviera donde están ellos, ¿de qué serviría?" 
Me tuve que sentar. Estaba mareada.
(Necesitas agua)
Y entonces decidí pedir ayuda a un par de amigos. Una chica, y un chico. Ambos han pasado por una cosa llamada "depresión". Seguro que podían indicarme si esto era normal. 
Uno de ellos me dijo: "¿quieres que vaya a verte?" Lo cuál me sorprendió. Ir a verme. 
"No, déjalo" contesté (No estoy en condiciones de que me vea nadie)
"Llama a alguien" me dijo "a quien sea, a quien te apetezca. Llama, no te cortes".
(conexión)
¿Cómo voy a llamar a alguien sino puedo ni respirar? pensé. ¿Te imaginas qué tipo de compañía iba a ser?

Salí del metro.
Todo igual. Parecía que la realidad iba por un lado y yo por otro. Todo era como... una pantomima, casi pensé que si alargaba el brazo y corría así la mano como tirando de una tela todo iba a desaparecer. "No me tiene sentido nada, estoy tan triste". 

Busqué agua. Entré en una tienda de inmigrantes indios. Gritaban y discutían. Pagué y me fui.
("Ni siquiera me han visto" pensé)
(es por tu energía)
(¿Ah, sí?) pensé (¿qué pasa que soy invisible o qué?)

Llegué al centro médico.
La chica tras el mostrador era amable. Pulsé un botón en la máquina y salió un código compuesto por números y letras.
Me perdí buscando el ascensor, pero perderse no era difícil. El lugar era sencillo, yo no estaba bien.
Miré mi teléfono. Estaba encendido, fijo, no me dejaba desbloquearlo, no me dejaba hacer nada. ¿¿¿Qué puñetas pasa??? Pasé el dedo una y otra vez con mi código por la pantalla. ¡¡¡Eh!!! me enfadé (mentalmente) ¿ahora se para el tiempo o qué? la pantalla iluminada, la hora fija, me dirigí a un ascensor. Odio los ascensores. "NO funciona" ponía. Me dirigí a otro. 

Salí en la planta tres. El tiempo seguía detenido en el minuto exacto en el que entré en el centro médico.

Husmeé la sala de espera, me daba igual si parecía ridícula. Comprendí que no veía bien los carteles y que era por nervios (otra vez). Así que pregunté. Pasaron dos cosas al preguntar, la primera es que el matrimonio al que me había dirigido me respondió con una sonrisa: "Estamos para la misma consulta que tú´" y la segunda es que mientras lo decían, ambos se movieron para que me sentara a su lado. Yo... miré hacia los bancos de atrás (solos, aislados ) y ya hacía el ademan de disculpa cuando mi cerebro, sin palabras, me soltó: (¿ vas a contrariar su amable gesto ? )

(...)

- Muchas gracias -dije, y me senté.

- Este código no tiene sentido -dije-, aquí pone 6 y en la pantalla 18, ¿ya ha pasado el 6?

- Puede que el especialista no haya llegado y esté ahí desde ayer.

(¿Por qué eran tan amables conmigo?)
Hace tiempo me di cuenta de la importancia que tiene ser amable con los extraños. Me refiero a, en la calle, en tu puesto de trabajo. Antes me machacaba mucho la idea de que si eres amable, te pisan. Desde hace un año (de nuevo, lo aprendí con el Muso) me di cuenta del valor que tiene ser amable. Tu amabilidad le puede salvar el día al otro. No es poca cosa, en serio.

Mi número tocó antes que el suyo. De nuevo me perdí y por fin apoyé la mano en el pomo de la puerta y la abrí tras llamar.

Era un doctor.

("Te odio" le dije a mi pensamiento). 

Era un chico. Había acertado.

Si los de la antesala eran amables, este ya ni os cuento. Me trató con todo el cariño del mundo mientras yo le explicaba mis defectos, mi piel pálida, mi no se qué, él me dijo que estaba bien y que "no era una chica especialmente lunarosa". Me hizo gracia, usó el mismo término que yo. "Lunarosa". No, no lo eres, me dijo. Solo eres más propensa a que te salga algún lunar o peca por la zona del pecho. "No bebes, no fumas, haces deporte" dijo, "eres una chica bastante sana".

¡¡Qué bien!!

Salí del centro médico. Lucía el sol. Antes de salir el ascensor subió y bajo por todas las plantas. 
Y decidí llamar por teléfono. Volvía a funcionar. 

"¿Que tienes baja la autoestima?" me preguntó mi interlocutor "¿Me puedes explicar por qué una chica como tú tiene baja la autoestima?". Fue su voz lo que me hizo reír. Veréis, todo era negro, y esta persona hablaba como si viviera en un mundo completamente distinto. Y viera otra cosa. 
Le conté lo que me había pasado y me dijo: "El amor es complicado, Nelly".
Yo argumenté y contra argumenté y me dijo: "No puedes cambiar el pasado. Estás enfadada por el pasado y el pasado no va a cambiar. Te enamoraste del Viajero porque el viajero te removió el estómago..."

(¡jajajaja! estómago jajaja)

Ese es mi pensamiento. A veces no habla pero salta dentro. En realidad debe de ser mi sistema límbico o algo así. La palabra "estómago" le hizo mucha gracia. Con la palabra remover estaba muy de acuerdo.

Entonces recordé las cualidades del Viajero y dejé de sentirme mal conmigo misma.
Pero, ¿qué pasa con el Muso?

"No puedes cambiar las cosas que sientes, Nelly" dijo mi amigo "por eso el amor es tan jodido. Puedes ocultarlas, puedes vivir encima de ellas, pero siempre van a estar ahí".

Ya.
Pues no es justo.
Hablamos de música, hablamos de viajes, hablamos de cafeterías.

conexión.

Al llegar a casa, todo era distinto. Hablé con una amiga. Me dijo: debes identificar los hábitos mentales que te están haciendo daño, y cambiarlos. Como soy muy terca le dije que me apañaría a cambiarlos yo sola. Y luego pensé algo que he pensado muchas veces. Hay, al menos, un hábito que yo sé que puedo romper y suelo romper cuando llego a un punto en el que me cabreo tanto que digo: nunca más. Así que le dije a esa parte sin palabras de mi cerebro: "te vas a enterar, pienso romper normas durante los próximos 21 días".

Luego me puse a corregir la novela y con los libros y la lectura pasa lo de siempre: yo de pequeña era muy nerviosa menos cuando me daban un libro. Entonces se forma el silencio mental. Entonces todo está en calma.

La conclusión de todo esto es: si la química del cerebro puede hacerte ver la realidad tan negra, es capaz de cualquier cosa. Y no hay que tomársela a broma. A lo mejor la gente no tiene tanta libertad para hacer lo que quiere, a lo mejor son muchos los factores que influyen en nuestra vida.

Y digo yo, ¿por qué no somos todos felices y por qué no vivimos en un mundo perfecto?

¿Llegará ese día?

Saludos!!!!

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