El objeto misterioso de la librería

De vez en cuando hago limpieza. Y cuando la hago, tiro cosas. 
Una de mis amigas no comprende como, siendo escritora, no me da nada de pena tirar libros. Y es curioso porque, efectivamente, son objetos que no me cuesta nada reciclar. La clave es esa: los reciclo. Y lo veo muy lógico porque el libro en sí... no es nada, es papel, pasta de celulosa. Su función consiste en ser vehículo de palabras, que a su vez son pensamiento de un escritor. Bien, si yo tengo dos docenas de libros en casa que no me dicen nada, que ya he leído, que jamás leeré porque los abandoné... entonces lo que me da pena es conservar objetos inútiles.  ¿No será mejor reciclar ese papel para que el día de mañana sean unos folios, un periódico u otro libro?
Yo creo que sí. 
Sé que es una visión un poco extraña pero os aseguro que no hay nada que me de menos pena reciclar que un libro. Uno que quiera reciclar, claro. Hay otros, las joyas, que no las reciclaría nunca. Son libros especiales... si tirara esos libros, sería como tirar un trozo de mí. Pero, ¿los que no me sirven? ¿¿Para qué me los voy a quedar??

Estaba reciclando y reciclando cuando llegué al estante de "viajes". 
Es un estante con cosas de mis distintos viajes por el mundo.

- Cuánto trasto - pensé mirando para los souvenirs. 

No voy a tirarlos porque son pequeños. Pero pensé: "a fin de cuentas tampoco representan ese país o lugar, en el fondo todo lo que te quedas es la experiencia.... me pregunto si de verdad necesito todo esto..."

Justo en ese momento, topé con un regalo de un amigo de un viaje a Asturias.

- Sul.. sulfato de cobre -leí en la piedra.

¡Ah, era de una mina! Levanté la piedra como ensimismada. Recordé el momento y la buena intención de quien me la había regalado. "La compré porque te llamó la atención" me dijo.

"Un momento" -pensé- "¿No hay algo raro aquí?"

La piedra era sosa, de un color azul apagado, como la E del explorador de Windows, igual. Pero más mate. Azul pastel. Estaba compuesta de dos partes, una de granito o a saber qué (granito no es) y la cresta de color azul pastel. Muy apagada.

¿Te importaría hacer una cosa? Mójala.

Esa idea me vino a la mente. ¿Mojar la piedra? ¿Para qué, para quitarle el polvo? ¡jajajajaj!!! 
Bueno, me hizo gracia. No sé, semejante idea así de repente: "mójala". Pues vale, la mojo.

Metí la piedra bajo el chorro de agua.
Vuelvo a la librería, dejo la piedra sobre el estante mientras husmeó a ver qué más puedo tirar. ¡Ay! ¡lo tiraría todo! Empiezo a preguntarme si no estaré desanimada y eso me afecta cuando de repente alzo la vista y ... ¡¡¡arrea!!!!!

Vuelvo a tomar la piedra en la mano. ¡¡¡¡Halaaa!!!

Debí tomar fotos del proceso. La piedra seguía mate salvo por las aristas. Las aristas, ante mis ojos, estaban cambiando. ¡¡Anda, ya sé lo que no me cuadraba!! ¡¡La piedra antes era de color azul eléctrico!! (¿Será una piedra mágica?) Noooo, es ciencia, jajajaj, seguro. Sigo mirando la piedra a ver si consigo ver como cambia de color pero el proceso se detiene. 

- Jo, que pena -me digo. 

Y entonces pienso: ¿Y si es el agua?

Allá que voy toda feliz a volver a meter la piedra debajo del chorro de agua limpia y cristalina y fresca del baño. Y tacháaaannnnnnnn!!!!




Tatatatacháaaannnn!!!!
jajajajaj!!!

(No sé para qué sirve -no es más que un mineral o lo que sea, pero caramba!!! si mi amigo supiera que me iba a dar esta alegría tan absurda un año después, seguramente se echaría a reír. Y todo porque cambia de color)

Como brilla. 

Saludos!!!

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