Cuentos por culpa del Muso: "El Coso"


Ya era media tarde. La alcaldesa de la Ciudad de los Cuentos escribía cartas a sus amigos. Empezaba a divertirse cuando le interrumpió una llamada a la puerta del ayuntamiento. Abrió y su sonrisa se ensanchó al ver al niño mensajero.

- ¡¡El "Muso" te ha llamado "fantasma"!! -dijo señalándole-.  Y me ha dicho que cuide bien de ti...

- Hola Nelly. Él no ha usado esa palabra... más bien diría que tú la has utilizado.

La alcaldesa se hizo a un lado para dejarle pasar. Siempre que escribía cartas aparecía el cartero, motivo por el cuál llevaba un buen rato absorbida en su actividad epistolar. Quería verle para contarle lo que había dicho el Muso. Estaba muy contenta.

- Y además... luego ha dicho...¡Ha dicho, "no todos somos humanos aquí"! -(se refería, sin duda, a la ciudad)- ¡Se ha tomado un té y se ha marchado! ¿Te suena a locura, verdad? ¡Bien! Escucha, quiero preguntarte una cosa ¿es cierto lo que ha dicho? ¿No eres "humano"?

El cartero regresó junto a ella y sonrió con ternura, sin decir una palabra.

- ¡¡Contesta!! ¿No eres humano?

- La verdadera pregunta es, ¿lo eres tú?

Nelly movió los labios para responder pero no pronunció palabra. Volvió a abrirlos para hablar pero tampoco emitió sonido alguno. La tercera vez que intentó dar una respuesta comenzó a asustarse.

- ¡¡Cielo Santo!! -dijo-. ¿¿¿Que no soy humana yo???

El cartero se echó a reír. Y Nelly también.

- ¡Menuda estupidez! ¡Qué cosa más ilógica!

- Te dijeron que eras un ser "humano" de pequeña... y te lo creíste.

Por un instante, el termino "humano" se vació de significado. "Humano" no era nada. Era una etiqueta. Una palabra. Como "palangana" o "alimoche". No era más que un sonido. Y si no era nada de por sí, ¿entonces qué era Nelly?

- ¡¡Oh, Dios mío!! -se escandalizó la alcaldesa mirándose las manos y las uñas de los pies (pintadas de colores) como si jamás las hubiera contemplado antes-, ¡¡Oh, cielos!! ¡¡Soy un "coso"!!

- ¡Ja ja ja ja!  - la risa del cartero sonó por toda la habitación. 

- ¿Y los demás qué son? -preguntó Nelly.



- Pues hay de todo... Dime, ¿qué es lo que más te llama la atención... "como coso"? 

La alcaldesa, que no salía de su asombro, afirmó:

- Pues... ¡pues!... ¡Pues que tengo las piernas mucho más grandes que los brazos! -dijo.

Y era cierto, como "animales", los "humanos", resultaban excéntricamente curiosos. Con el cráneo en la parte alta del cuerpo, y esa manera de andar sobre sus extremidades inferiores. Y ahora que la palabra "humano" no significaba nada, Nelly podía observarse como el milagro evolutivo que era. Lo que en sus palabras se traducía en: "un coso". 

- ¡Acabo de descubrir un juego genial! -aseguró mirando al cartero-. Elige el objeto que quieras y elimina el significado de la palabra que lo designa.. ¡¡queda algo muy raro!!

- Bonito descubrimiento -dijo el niño guardando las cartas en su bandolera. ¡Qué extraño era vivir sin definiciones ni etiquetas! -te va a costar un rato, con lo que te gustan a ti las "palabras".

Desde ese momento y hasta que salió la luna, o mejor dicho, "el coso de plata redondo que brilla en el cielo y que no-se-llama-luna-en-absoluto", la alcaldesa probó a dar un paseo por su propio ayuntamiento, seleccionando, inspeccionando y curioseando cada objeto que encontraba mientras "borraba" de su mente la palabra que lo designa y su significado. Ya no eran "objetos", eran "experiencias". Y mientras el cartero iba y venía, repartiendo sus mensajes, cayó la noche en la Ciudad de los Cuentos, la única Ciudad del mundo totalmente diferente a las demás. Ya que la ciudad de Nelly era una ciudad imaginada...

FIN. 



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