Tuareg y La Soledad de los Números Primos

Al terminar la lectura del libro de Vazquez-Figueroa me di cuenta de otra cosa que no había visto en las lecturas anteriores. El mundo del targuí desaparece. Así como las primeras veces me fascinaba su obcecación y su fuerza, lo terrible de esta lectura ha sido cerrar el libro y pensar: "No tiene ni idea de por qué él está ahí, ¿verdad?" Es decir termina sin entenderlo. No quiero desvelar más. 
Habla del inmovilismo, del fin de una forma de vida. Él no es capaz de evolucionar, tampoco quiere, el libro deja un poso de tristeza, pero no una tristeza mala, sino... como un deje de romanticismo. También habla de las leyes humanas; no le importa matar a catorce soldados pero sí la muerte de un hombre ... no sé, es absurdo. Te da qué pensar. Este libro siempre me hace reflexionar.



En cuanto a La soledad de los números primos, me he leído de un tirón un poco más de doscientas páginas. Lo que significa que el libro engancha, no lo he terminado aún pero desvelo cosas así que si sigues leyendo tenlo en cuenta. No me cae nada bien uno de los personajes principales: Alice.

De pequeña sufre un accidente del que culpa a su padre, lo terrible es la escena del capítulo en que lo dice y la reacción de él, en vez de llevarle la contraria a su hija, o regañarle, o explicarle que los accidentes ocurren... en vez de eso se tapa los ojos con la mano. Es decir, él también lo cree. Da que pensar porque ves como en semejante escena lo que esa niña necesita es que alguien la arrebate de ese círculo vicioso de odio hacia sí misma, que se refleja en odiar todo lo que le rodea y culpar a los demás.Te das cuenta de que aunque el padre se sienta responsable, debería de ocultarlo por el bien de ella. A medida que avanza el libro, cada vez me gusta menos. Tiene anorexia, es protestona, no se deja ayudar y para colmo, el capítulo de la boda de Viola ya me demuestra que a rencorosa no hay quien le gane. Alice es muy rencorosa. Todos nos hemos encontrado en circunstancias de volver a ver a alguien que nos ha hecho daño. Yo veo dos opciones: o excusarte y no ver a esa persona, o comportarte como un adulto decente y no vengarte de una maldad ocurrida en el instituto. Pero nada más lejos. El personaje se relame pensando en la venganza. No me cae bien. Como contrapunto tenemos a Fabio, que es encantador y que me ha demostrado en un gesto que hay veces que la seguridad hay que "aparentarla". Que aparentándola... acaba siendo tuya de verdad.

No he llegado al final pero del libro se extrae que hay muchos números primos, solos. No es solo Alice y Mattia. El padre de Alice está muy, muy solo. También el de la tienda de fotos... o la asistenta. Quizá el mensaje es que todos somos números primos en algún momento dado.

Luego está Mattia. Ese personaje me da miedo. A diferencia de Alice, que parece ir incubando y macerando la ira y el autodesprecio año tras año, Mattia actua por impulso en momentos muy puntuales y con una frialdad asombrosa. Mattia sería capaz de matarse. Es un niño superdotado con una hermana gemela a la que abandonó en un parque siendo niño, porque quería ir a divertirse en una fiesta de cumpleaños. La hermana desaparece (pero no sabemos si ha muerto...puede que alguien la encontrara.) y Mattia desesperado coge una piedra y se hace un corte. O varios. Esa costumbre se repite y refuerza a lo largo de los años, los momentos en que acomete una agresión contra sí mismo son... bueno, están bien elegidos, no sé si me explico. Llegas a entender al personaje. Pero... bueno, se corta con un cuchillo, se quema... le da igual. A mí me parece aterrador. Alice me cae mal, y Mattia me da miedo.

Me quedo con Fabio, jajajajja.
^_^

Saludos!!!
Nelly.

Os dejo un par de fotos que he hecho (recordad que tenemos un certamen en marcha!!!):




BASES del certamen (clic)

4 comentarios:

Karla Ximena dijo...

Leí solo un poco, porque si llego a leer el libro me gustaría que fueran sorpresa. Son bellas tus fotos, he tomado algunas al vuelo y no es muy fácil. Cariños.

Nelly dijo...

El truco es hacer muchas, y luego a lo mejor de veinte resulta que 3 son preciosas...

José Cruz dijo...

Leí Tuareg hace tantos años que me da verguenza decirlo. Está en la línea de Vazquez-Figueroa, es su modo de escribir: sencillo y con ideas muy definidas. Recuerdo que era mi escritor favorito hasta que fui creciendo como lector. Los últimos libros suyos que leí ya me parecían un poco simples.

Tuareg tiene la fuerza del guerrero cegado por la pasión, pero también su inocencia, su simpleza, a fin de cuentas su cortedad de miras. Es bonito, si, pero solo para soñar.

Nelly dijo...

Muchas gracias por tu estupenda aportacion, Jose.
saludos!!!!

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